lunes, 13 de agosto de 2018

Los "cirílidos".


        He aquí una de las primeras manifestaciones del siglo XX. El avistamiento ocurrió el 9 de febrero de 1913 a las 21:05 hrs en el observatorio astronómico de Toronto. Algunos astrónomos, entre otros el eminente Chant, notaron el paso de un extraño cuerpo en el cielo.

En primer lugar fue visto un objeto brillante, de intenso color rojo, que se dirigía del norte hacia el este  y con un movimiento paralelo al horizonte.
No se había esfumado el estupor provocado por esta aparición cuando, de pronto, otros cuerpos procedentes del  mismo lugar y con idéntica trayectoria al anterior surgieron ante la atónita mirada de los astrónomos. Marchaban reunidos en pequeños grupos de dos, tres o cuatro cuerpos y conservando -y esto es sumamente importante- la misma línea horizontal o paralela al suelo.

Al concluir el paso de los objetos se escuchó un ruido, similar a un trueno lejano. El fenómeno duró cerca de tres minutos y medio.

A esta observación desde Toronto, Canadá, se sumaron pronto otras noticias -todas idénticas a la primera-, procedente de numerosas poblaciones que se extienden desde la citada ciudad canadiense hasta Cabo S. Roque, en Brasil. Un "arco", como puede comprobarse de miles de kilómetros.
A raíz de estas observaciones los astrónomos pudieron estudiar la trayectoria seguida por los enigmáticos cuerpos, llegando a la conclusión de que
"se trataba de una órbita circular inclinada sobre el ecuador terrestre en 50 grados y 6 minutos , con un periodo de 90 minutos...".

Formación de ovnis observada en Canadá en 1913. Todo un testimonio histórico.


El cometa Halley, que fue visto tres años antes del fenómeno de los "cirílidos", las diferencias son elocuentes.


En otras palabras: que aquellos cuerpos desconocidos habían dado una vuelta completa  la Tierra en una hora y media. Y estamos hablando de 1913, cuando los satélites artificiales ni siquiera constituían un sueño...
Aunque el cielo estaba sereno, los astrónomos -que permanecieron largo tiempo atentos- no volvieron a observar el fenómeno.
Por aquellos tiempos no existía la palabra OVNI, así que los testigos bautizaron a los cuerpos volantes como los "cirílidos", puesto que aparecieron el día de San Cirilo.

Estudios  posteriores -incluso actuales- no han conducido a solución satisfactoria alguna. Se llegó a decir que podría tratarse de "satélites naturales transitorios". La teoría no terminó de cuajar por la sencilla razón de que -precisamente a causa del estampido escuchado tras el paso de los objetos y a la vista de las estelas- estos misteriosos "visitantes" habían ya penetrado a la atmósfera terrestre. Y una vez dentro de las capas atmosféricas ¿que meteoro o meteorito puede sostener un vuelo horizontal desde Canadá hasta el sur del Ecuador?. Cualquier estrella fugaz -como vemos en las noches de verano- apenas si es visible unos segundos.
Definitivamente 8,000 kilómetros -desde Toronto hasta San Roque- son muchos kilómetros.

Casi 70 años después de aquel avistamiento las características de los objetos si nos resultan familiares. El "estampido", la trayectoria, los objetos que vuelan en grupos... todo nos está denunciando lo que hoy entendemos como ovnis.

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